El tsunami del 7 de octubre reconfiguró Oriente Medio


Irán sale claramente debilitado en el escenario regional, donde sus aliados Hamás y Hezbollah han sido descabezados y el régimen sirio del dictador Bashar al-Assad ha caído, Turquía reforzada e Israel comienza una nueva era crucial y decisiva con muchos retos y desafíos por delante. Oriente Medio ha cambiado quizá para siempre tras el 7 de octubre de 2023.

por Ricardo Angoso

No cabe duda que el brutal y sorpresivo ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel, con el resultado de más 1.200 muertos, decenas de heridos y 251 rehenes -una buena parte de ellos fallecidos en cautiverio- y la consiguiente respuesta israelí contra las bases de Hamás en  Gaza, que descabezaron a la cúpula de esta organización terrorista, han cambiado definitivamente el mapa de Oriente Medio de una forma súbita. La reacción de Teherán fue activar a Hezbollah en el Líbano, que pretendía desestabilizar la frontera del sur con Israel, pero el audaz e ingenioso ataque israelí activando unos explosivos en los “beepers” que poseían los terroristas para esquivar las escuchas israelíes les causaron una treintena de muertos y 3.000 heridos, algunos con dolorosas mutilaciones. Un ataque tan mortífero como rotundo que dejó a Hezbollah tan noqueada como aturdida.

Luego Israel propinó dos golpes certeros al acabar con la vida de dos de los máximos dirigentes de Hamás y Hezbollah, Ismail Haniye y Hasán Nasrallah, respectivamente, ambos aliados incondicionales de Irán en la región y conspicuos estrategas en la lucha del régimen teocrático iraní contra Israel. Luego el ataque iraní de octubre de 2024 reveló la inutilidad de la maquinaria militar del régimen persa para causar grandes estragos en el Estado hebreo, toda vez que el Domo de Hierro, o sistema antimisiles israelí, volvió a mostrar su efectividad y los daños fueron mínimos pese a que fueron lanzados unos 200 misiles, entre balísticos y de crucero.

A todos estos elementos, que ya de por sí revelan la debilidad actual de la dictadura iraní en la región, la caída del régimen sirio del sátrapa Bashar al-Asad el pasado mes de diciembre, significó otro duro golpe para Teherán y también para Rusia, cuya alianza con el régimen sirio le aportaba una salida al Mediterráneo a través de la base naval de Tartus, cuyo destino ahora es incierto. No cabe duda que Turquía sale reforzada de este cambio de rumbo en Siria, que aprovechará para doblegar a las milicias kurdas que operan en las cercanías de su frontera, pero también Israel desactiva a uno de sus más aguerridos enemigos en Oriente Medio.

PAZ PROVISIONAL EN MEDIO DE UNA GUERRA INTERMINABLE

Con el acuerdo ahora alcanzado en Gaza, la tregua entre Israel y el Líbano y los cambios en Damasco, Israel podrá gozar de un periodo de paz visto con alivio por una población que no ve luz al final del túnel y que está exhausta tras meses de guerra, habiendo soportado una presión inmensa entre las alarmas por ataques, el drama de los rehenes secuestrados por Hamás y la conmoción causada por el ataque del 7 de octubre. Aparte de lo relatado están los más de 900 soldados caídos en combate entre Gaza y el Líbano, ¿quién puede soportar tanto sufrimiento? Ahora las armas dejaran de sonar por un tiempo, pero esta situación se parece más a una calma chicha que a una verdadera paz.

Sin embargo, no cabe duda que la situación sigue siendo muy frágil y cualquier chispa puede hacer prender el polvorín. Irán seguirá tratando de desestabilizar la región y atacando a Israel, como ha hecho a través de los rebeldes hutíes que apoya y financia en Yemen, país sumido en una interminable guerra civil en que Teherán ha tenido un papel determinante y compite con Arabia Saudita por tratar de imponer su hegemonía, ya que los saudíes apoyan al supuesto gobierno legítimo del país. Los hutíes ya han lanzado varios misiles contra Israel, atacado a buques occidentales que cruzaban el mar Rojo y son, al igual que los iraníes, chiítas fanatizados en su guerra santa sin fin contra Israel.

La región ha cambiado abruptamente, nada volverá a ser como antes del 7 de octubre, pero las amenazas, a pesar de las importantes pérdidas en las filas de Hamás y Hezbollah, siguen intactas y los palestinos, como hemos visto en estos días, no están dispuestos a optar por la vía política para resolver el conflicto que subyace de fondo. Una buena parte del liderazgo palestino sigue empeñado en la destrucción total del Estado hebreo, “desde el río hasta el mar”, como reza la conocida consigna del nacionalismo palestino, y nadie ya habla de la fórmula de los “dos Estados”, que parece que quedó en el cajón de los recuerdos inalcanzables.

INCÓGNITAS POR RESOLVER Y UNA ANP TOTALMENTE DESAUTORIZADA

Luego quedan varias incógnitas por resolver, cómo quien va a asumir el liderazgo de  Gaza tras la guerra y también si persistirá la actual división en el bando palestino, entre una Autoridad Nacional Palestina que languidece bajo el insufrible liderazgo del inútil Mahmud Abbás y un Hamás que se siente victorioso y exultante tras supuestamente haber derrotado al “enemigo sionista”. En el bando palestino, aspectos humanitarios, como el dolor y las víctimas civiles, son elementos secundarios en su pérfida estrategia de causar daños y víctimas a los israelíes. Son solo “daños colaterales”, víctimas sin importancia sacrificadas en el altar de la inquina hacia los judíos. El antisionismo primario y primitivo de los líderes de Hamás pesa mucho más en su concepción política del mundo que el anhelo y la aspiración del pueblo palestino por llegar algún día a construir una entidad nacional propia e independiente.

De lo que ya no queda duda es que el gran perdedor del nuevo “juego” de Oriente Medio es la Autoridad Nacional Palestina (ANP), un actor totalmente desautorizado, acabado y sin ningún protagonismo ya en la escena política palestina, donde no cabe duda que el liderazgo y los laureles de la victoria se los lleva, por desgracia, Hamás, para gran desdicha para el pueblo palestino. Sin embargo, tras las exhibiciones de triunfalismo malsano de Hamás, por sus éxitos terroristas, se esconde la cruda realidad del fracaso de su estrategia de negar la existencia durante décadas de una realidad palmaria: el Estado de Israel.

Cegados por un odio visceral y extremo, los palestinos siguen perdidos en laberínticas coartadas para no afrontar con realismo y pragmatismo los cambios operados en el mundo y en la región ahora que les vienen tiempos duros con Donald Trump ya instalado en la Casa Blanca. Seguramente, sin temor a equivocarme, Trump es el presidente norteamericano más proisraelí de toda la historia de su país y ya anunciado, como aviso a navegantes, que el destino de algunos que todavía tienen en sus manos a rehenes israelíes puede ser un infierno con mayúsculas. Turquía, que nunca ha ocultado sus simpatías y gestos amistosos hacia Hamás y Hezbollah, será neutralizada por Trump y evitará que las diferencias entre Ankara y Jerusalén vayan a más. Seguramente, al igual que en su primer mandato, Trump impulsará de nuevo el diálogo entre Israel y sus aliados árabes, como Arabia Saudita, cuyo acercamiento estaba a punto de dar sus frutos, precisamente, antes del ataque del 7 de octubre.

Mientras que en el bando de los perdedores están los palestinos, siempre bien precisos en perder todas las ocasiones para la paz y buscar un futuro mejor para los suyos, algo que parece importarles bien poco, también los países árabes más radicales, como Irak y  el Líbano, salen muy debilitados y en manos de una diplomacia iraní sin complejos a la hora de dejar tirados a sus aliados a la primera de cambio, tal como hemos visto con Siria. Más les habría valido a los palestinos escuchar las sabias palabras de Golda Meir cuando aseguraba que “la Paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”, pero que también dijo esta máxima que tiene su plena validez en la actualidad: “Prefiero el repudio de todo el mundo, y no sus condolencias”. Nadie quiere ya condolencias, Israel ya tiene claras sus preferencias y tiene que sobrevivir, como está haciendo ahora con notables éxitos sobre el terreno.

 

Fuente: Aurora Digital



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