La mayoría de los terroristas de Hamás estaban drogados, completamente inhumanos, afirma un rehén rescatado

Har, que fue secuestrado el 7 de octubre en el kibutz Nir Yitzhak, fue liberado más tarde en una audaz operación militar en Rafah en febrero de 2024.

Por Sherry Makover-Balikov


Luis Har (a la izquierda) y Fernando Marman (centro), dos rehenes rescatados en una operación de las Fuerzas Especiales a primera hora de la mañana del lunes en Rafah, Gaza, se reúnen con sus seres queridos más tarde ese mismo día en el Centro Médico Sheba en Tel Hashomer. (Foto: IDF/Reuters)

«Los rehenes hoy sufren hambre prolongada», dijo el rehén liberado Luis Har en una entrevista con Maariv.

«Hamás se lleva toda la ayuda», continuó. «Yo estaba allí; sé lo que significa retrasar los acuerdos. Cada día aumenta el miedo, el peligro y el sufrimiento. No debemos esperar, y no debemos retrasar esto porque cada día que pasa aumenta la preocupación de que, al final, no quedará nadie a quien traer de vuelta».

Har, que fue secuestrado el 7 de octubre del kibutz Nir Yitzhak, fue liberado más tarde en una audaz operación militar en Rafah en febrero de 2024. En su entrevista, describió los momentos aterradores de su secuestro, su cautiverio prolongado en la casa de un operativo de Hamás en el sur de Gaza, y su eventual rescate y regreso a Israel.

Secuestro violento

«Los terroristas irrumpieron en nuestra habitación segura; éramos cinco allí», contó Har. «Comenzamos a gritar: ‘¡No disparen! ¡No disparen!’ «Gritaban en árabe y nos sacaron a rastras con violencia. A los que tenían pelo los halaban del pelo; a los demás, como yo, que somos calvos, nos halaban de la ropa y nos empujaban. Al salir, miré a mi alrededor y vi que toda la casa estaba llena de terroristas que gritaban, golpeaban los muebles con sus armas, disparaban y rompían vidrios. La sala, la cocina y las habitaciones estaban abarrotadas de ellos».


El helicóptero de las FDI en el que retornaron los rehenes liberados Fernando Simón Marman (60) y Luis Har (70). 12 de febrero de 2024. (Foto: UNIDAD DEL PORTAVOZ DE LAS FDI)

Una escena de caos en el exterior

Har describió la devastación que vio en el exterior. «Vi otras casas en las que también habían entrado a robar. Todas las puertas estaban abiertas y los patios estaban vacíos y en silencio. Parecía que ya se habían llevado secuestrados a todos los residentes del kibutz. Alguien había robado una bicicleta y había atado a ella un pequeño tractor de un niño. Había muchas mujeres y adolescentes saqueando casas, corriendo por todos lados e intentando entrar en las casas junto con los terroristas. Parecía una película surrealista».

Los secuestrados fueron conducidos a través de una brecha en la valla del kibutz hasta los vehículos que los esperaban. «Un Toyota blanco se detuvo en seco y rápidamente nos subieron en medio de gritos y apuro», dijo.

Har notó el terror de Mia [Leimberg], otra rehén: «Mia estaba en estado de shock, completamente aterrorizada. Sostenía al perro y no hablaba. Pero hablábamos en español entre nosotros. Dijimos: ‘Hagamos como que no entendemos hebreo ni árabe para minimizar el contacto con los terroristas’.

El automóvil estaba lleno de armas – morteros, lanzacohetes – y nosotros estábamos sentados encima de los mismos. Por encima de nosotros había cinco terroristas que disparaban hacia arriba y gritaban: «Allahu Akbar».

Nos pisotearon como si fuéramos trapos

Al recordar su camino, Har dijo: “Pasamos cerca de la puerta abierta de la base militar de Sufa, donde ardían dos vehículos blindados. Parecía irreal. Continuamos hacia Khan Yunis, donde una multitud de adolescentes blandiendo grandes tijeras para podar se acercó al coche, haciendo gestos amenazadores como si estuvieran a punto de cortarnos en pedazos. Los terroristas siguieron disparando al aire y se abrieron paso entre la multitud para evitar que nos lincharan”.

Estrategia de supervivencia

La comunicación entre los rehenes era limitada, explicó Har. “Muy poca, y solo en español. Dijimos que lo más importante era no resistirnos, cooperar y responder de una manera que no los enojara. Así es como nos mantuvimos a salvo. Cada vez que se abría una puerta, nos decíamos: ‘Ya está, hemos llegado a la última parada’. En un momento dado, los terroristas preguntaron: ‘¿Sois judíos?’ Y nosotros inmediatamente dijimos: “No, no, somos argentinos – Messi, fútbol, ​​Messi”.

El cautiverio en Gaza

Har dijo que el trato que los captores dieron a los rehenes fue variado. «Hubo algunos momentos de humanidad, pero muy pocos. La mayoría de ellos estaban drogados o eran completamente inhumanos».

«El hombre de la casa, por ejemplo, nos cuidó y se aseguró de que estaríamos bien. Nos dijo: ‘Si hay paz entre nosotros, iré a tu kibutz a comer pizza en tu casa’. Eso no niega la brutalidad de él y los demás, que nos amenazaban y nos gritaban constantemente. Pensaban que nuestra situación terminaría en dos o tres días, pero de repente se convirtió en algo a largo plazo».

El humor se convirtió en un salvavidas para Har y sus compañeros rehenes

«En un momento, empezamos a reírnos cuando decían ‘shwaya shwaya’ (despacio, despacio). Yo le decía al hombre de la casa: ‘Vamos, shwaya shwaya, ya llevamos aquí semanas’. El humor nos salvó».

Har describió los desafíos que supone la escasez de recursos. “Yo cocinaba. Al principio era fácil; había de todo – conservas, verduras, queso – y nos traían pan pita todos los días. Pero con el tiempo, la comida se acabó. Al final, Fernando [Merman] y yo compartíamos un pan pita al día, dividiéndolo en trozos para no terminarlo todo de una vez”.

 

Traducción: Consulado General H. de Israel en Guayaquil

 

Fuente: The Jerusalem Post



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