Shayna Wasfi, la joven esquiadora israelí que hace historia frente a las adversidades

Shayna Wasfi: «Si un niño me ve y cree que todo es posible, ya cumplí mi objetivo«.
Fundación Erez

 A los tres años perdió una pierna en un accidente automovilístico. A los 19 atraviesa las pistas de esquí a 100 kilómetros por hora y se prepara para competir en los Juegos Olímpicos de Invierno. «Quizás mi misión sea que un niño o una niña sepa que todo es posible», expresó.

En las montañas de Colorado, a 2.800 metros de altura, en laderas empinadas cubiertas de nieve y bajo un frío helado que llega a 15 grados bajo cero, Shayna Wasfi lleva a cabo sus entrenamientos. No se trata de un pasatiempos más: en la mira tiene los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022.

La joven esquiadora israelí de 19 años vuela por las pistas a una velocidad de 90 o 100 kilómetros por hora, maniobrando entre banderines y todo apoyada sobre una sola pierna. Con apenas tres años, un autobús que se desvió de su carril, chocó contra el auto en el que viajaba con toda su familia y obligó a los médicos a tomar la determinación de amputarle una pierna.

Shayna proviene de un hogar religioso y acomoda sus entrenamientos para observar shabat.

“No utilizo la palabra discapacitado»

Shayna creció en Yesud HaMaala, en el norte de Israel, y tiene cuatro hermanas. “No tengo recuerdos de cuando tenía las dos piernas”, afirma Shayna. «Eso no me limita en mis capacidades y no uso la palabra ‘discapacitado’. Me cuesta recordar el día del accidente, pero mis padres me contaron todo», agrega.

– ¿Qué te contaron?

– Mi madre estaba embarazada y el auto se destruyó por completo, no quedó nada. Pasó por el lugar una amiga de ella y reconoció el auto por una pegatina que decía “El Mesías llegará” y pidió ayuda. Al principio todo estaba en silencio, hasta que mi hermana empezó a llorar. Yo fui la más golpeada y en el hospital les explicaron a mis padres que la mejor opción era amputarme una pierna. Mi mamá me contó que cuando me desperté le dije que me dolía algo y le mostré un rasguño en una mano, y que no me referí a la pierna para nada.

Shayna Wasfi: «No recuerdo cuando tenía dos piernas«.

– ¿Cómo fue lidiar con la situación en casa?

– Mis padres estaban siempre alrededor mío, asegurándose de darme confianza. Cuando volví después del accidente al jardín de infantes, me taparon con una manta para que no se viera. Pero en cuanto vinieron todos los niños a saludarme emocionados por mi regreso, me destapé y les dije: “Miren, me falta una pierna”. No me sentí insegura para nada. No me trataron como si fuese una extraña. La vida sigue.

– ¿Te encontraste con comentarios ofensivos alguna vez?

– Sí, pero mis amigos me aceptaron por completo y hasta lo tomábamos con curiosidad. Era genial para ellos tener una amiga sin una pierna. Cuando crecí me tocó escuchar que alguien hablara en secreto, pero no me lo tomé en serio. Puedo ponerme en el lugar de un niño que nunca vio nada parecido.

Shayna Wasfi: «Mis padres me contaron todo acerca del día del accidente«.

«El corazón late a 200»

Shayna eligió mirar a la realidad de frente y encontró la manera de demostrarse a sí misma que ningún límite le impediría alcanzar sus objetivos. Su amor por la nieve comenzó cuando un familiar que trabajaba como voluntario en la Fundación Erez la acercó al mundo del esquí, que de forma muy rápida se convirtió en el centro de su vida.

Erez fue fundada en 1999 por ex miembros del Ejército de Israel que participan en situaciones de rescate, navegación y supervivencia en condiciones de nieve extremas. Ayuda a las personas con discapacidad de las Fuerzas de Defensa de Israel y en los últimos años comenzó a trabajar con niños y adolescentes con discapacidad, que aprenden a esquiar y a tener independencia en la montaña.

– El comienzo debe haber sido difícil.

– He tenido muchas caídas, pero las superé. En la montaña te desconectas de todo. El paisaje y la nieve son adictivos. A una hora de casa ya estaba en el monte Hermón, y siempre era la última en irme cuando tenían que cerrar la pista. Regresaba exhausta. A medida que uno mejora, comienza a darse cuenta lo divertido que es tener el control. A esas velocidades sientes la adrenalina en tu cuerpo, tu corazón late a 200. Sin esquiar mi vida hubiera sido mucho más aburrida.

«Me dijeron que elija entre la falda y el esquí”

En los últimos años, cada vez más atletas en todo el mundo están demostrando que un estilo de vida religioso no tiene por qué ser un obstáculo en sus carreras profesionales. Uno de ellos es la esgrimista estadounidense Ibtihaj Muhammad, que compite con el hiyab. Shayna también quiere hacer historia y convertirse en la primera mujer en competir con falda en los Juegos Olímpicos de Invierno. 

Shayna entrena con la mira puesta en los Juegos Olimpicos de Invierno en Beijing 2022.

“Me di cuenta que mis padres no estaban convencidos”

Al principio, cuenta Shayna, “hubo preocupaciones porque vengo de un hogar religioso y los entrenadores suelen ser hombres, y eso supuestamente entra en conflicto con la halajá, pero mis padres nunca me detuvieron. Siempre que había un problema respecto de la religión, se aseguraban de encontrar una solución y me seguían apoyando. Desde que empecé a esquiar con falda, nunca se me ocurrió otra opción.

– ¿Y cómo te acomodas con el shabat?

– En shabat no entreno ni compito. Además los fines de semana las pistas se llenan de gente, y por el coronavirus son días que a los atletas nos recomiendan no entrenar. Así que parece que tengo a Dios de mi lado, ayudándome a que pueda cumplir con todo.

– ¿Cómo te organizas a nivel financiero?

– La Fundación Erez me apoya, son como una familia para mi. Y la Asociación de Deportes para Personas con Discapacidad también. Pero me faltan patrocinadores, y me temo que si no encuentro fuentes adicionales, no podré continuar.

– ¿Cómo será para ti llegar a los Juegos Olímpicos?

– Será increíble. Hasta ahora no había sido entrevistada. Y si gracias a un artículo como este, un niño o una niña cree que todo es posible, mi objetivo ya está cumplido. Quizás esa sea mi misión en la vida. En casa no me permitieron ni por un segundo dudar de mis capacidades. Todo fue gracias a mis padres que me dieron la oportunidad y confiaron en mí cuando me enviaron al extranjero por un largo periodo, para poder hacer lo que tanto amo.

 

Fuente: Ynet Español
https://www.ynetespanol.com/tendencias/historias/article/HJs54K6gd



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