Madre e hija separadas en Auschwitz: una historia de despojo y reencuentros

Hava y su padre adoptivo en Israel
Gentileza

Oficiales nazis quitaron de los brazos de Dora a su hija, Eva. Sobrevivió y nunca dejó de buscarla, ni siquiera en su lecho de muerte. Siete décadas después un estudio de ADN arrojó luz y permitió el encuentro de dos tías con una sobrina desconocida.

Durante décadas Dina y Gene buscaron a Eva, la hermana perdida que fue separada de su madre en manos de los nazis. La búsqueda duró años y el último intento fue un análisis de ADN cargado en una plataforma digital, que sorprendentemente trajo buenas noticias: Eva sobrevivió al Holocausto y del otro lado del océano había una sobrina por conocer.

Las dos hermanas nacieron poco después del final de la segunda guerra mundial y crecieron en Ohio, Estados Unidos, a la sombra de una hermana que nunca conocieron. Su madre, Dora, sobrevivió a Auschwitz, pero jamás dejó de pensar en el destino de Eva, la hija que le arrebataron los nazis en el campo de concentración y que nunca dejó de buscar.

“Había días en que se acostaba a mirar una foto vieja”, recuerda Dina sobre su madre. Es una fotografía tomada en Polonia a principios de la década del 40 en la que Dora aparece sosteniendo a Eva, su hija mayor. Pese a que las chances de hallarla viva eran muy escasas, Dora nunca cesó en su búsqueda. Ni siquiera después de morir en 1996 por un tumor cerebral.

 Dora y Eva, antes de ser separadas para siempre en Auschwitz.

Dina y Gene recuerdan la búsqueda de Eva como una obsesión de su madre. “Viajaba sola a Europa para buscarla, iba a orfanatos y rogaba que la dejaran ingresar para ver si la reconocía, pero siempre llegaba a casa destruida y triste”, afirman. Las hermanas internamente se convencieron de que era muy posible que Eva no estuviera viva. De 1,5 millones de personas enviadas a Auschwitz, se estima que 1,3 fueron asesinadas por los nazis. ¿Cuál era la probabilidad de encontrarla con vida?

En su lecho de muerte Dora, internamente convencida de lo contrario, pidió a sus hijas que continúen con la búsqueda de Eva. Ellas lo prometieron y durante años se ocuparon de localizar registros de defunción, navegaron en Internet y se acercaron a organizaciones que se ocupaban de localizar a personas cuyos rastros se perdieron después de la guerra. No encontraron nada. “Había muy pocos datos para explorar. Lo único que sabíamos era que se llamaba Eva, pero la lógica decía que si sobrevivió probablemente su nombre fue cambiado. Entonces, ¿cómo buscas una persona de la cual no sabes siquiera su nombre?”, explicó Dina.

A modo de último intento, Dina y Gene decidieron realizarse un estudio de ADN y subir los resultados a MyHeritage, una plataforma genealógica online con sede en Israel. Unas semanas después ingresaron al sitio y vieron un resultado que no podían creer: según la prueba, tenían una sobrina que vivía en Inglaterra. “¿La habremos encontrado?”, se preguntaron durante horas, mientras miraban la pantalla.

Gene y Dina buscaron a su hermana mayor durante años.

Al mismo tiempo, del otro lado del Atlántico, se producía un hecho similar: Claire Ray, de 52 años, abrió un correo electrónico que indicaba que en Estados Unidos tenía dos tías vivas. “Mi madre falleció en 2014, se llamaba Hava”, cuenta. Hava es el nombre bíblico de Eva en idioma hebreo.

“La versión que mi madre conoció es que de alguna manera perdió a su madre en la Shoá cuando era bebé y después de la guerra fue llevada a Israel. Cada vez que intentaba averiguar algo más sobre su historia, llegaba a callejones sin salida porque ni siquiera sabía su verdadero nombre”, explica Claire, desde el Reino Unido, sobre una historia cuyos detalles prácticamente desconoció durante gran parte de su vida.

De todos modos, sin esperanzas de conocer algo más sobre su madre, Claire se hizo una prueba de ADN y subió los resultados a MyHeritage. El entrecruzamiento de datos arrojó una coincidencia que Dina y Gene no terminaban de creer. Decidieron contactarse con la plataforma vía telefónica para corroborar los resultados. “El representante de MyHeritage, emocionado al escuchar los detalles de la historia, me pidió transferir el caso al departamento de investigación que ese mismo día se puso en contacto con nosotros”, revela Dina.

 Claire junto a su madre Hava (Eva), fallecida en 2014.

Los investigadores de MyHeritage se fijaron como objetivo encontrar la mayor cantidad de detalles posibles para completar la historia. Encontraron un documento de inmigración de finales de la década del 40 que revelaba la llegada a Israel de Eva, bajo el nombre de Hava Lesman. Gene y Dina nunca antes habían escuchado mencionar ese apellido. Bajo esa identidad también apareció otro papel, en el Archivo Sionista, con una ficha sobre Hava Lesman. “Tiene madre, se desconocen los detalles”, indica el documento. El círculo empezaba a cerrarse.

Hava fue derivada a un orfanato en Pardes Hana y tiempo después a otro hogar de niños en un moshav al norte de Netanya. Mientras las autoridades continuaban buscando sin suerte el origen de la niña, inclusive con avisos en periódicos israelíes, una pareja de inmigrantes belgas quería adoptar una hija y rápidamente se encariñaron con Hava. El amor fue mutuo y la pareja recibió una autorización provisional para cuidar a la niña hasta que se localizara a su familia biológica. 

Solicitada en un diario israelí que intentaba hallar a la familia biológica de Hava (Eva).

La investigación oficial no arrojó resultados y la conclusión a la que arribó es que posiblemente Eva fue traída al país por organizaciones sionistas que temían por el futuro de una niña huérfana y sola en una Europa caótica. Así, se deduce que “Lesman” fue un apellido inventado para concretar la inmigración. Y que el nombre Hava, derivado del original Eva, fue un último intento de preservar algo de su identidad original.

Después de siete décadas de búsqueda Claire, Dina y Gene quieren encontrarse y conocerse, pero no pueden hacerlo debido a las restricciones de vuelos derivadas del coronavirus. “Cuento los días para que podamos vernos en persona”, admite Claire, quien mientras continúa asimilando el hallazgo mantiene regularmente conversaciones por Zoom con sus tías. “Charlamos todas las semanas, llenamos huecos y cada vez descubrimos más cosas en común”, agrega.

“Es una locura ver el parecido entre Eva y Dora. Las caras, sus cuerpos, el color con el que decidieron teñirse el cabello son exactamente iguales. Podría haber sido una gran hermana”, imagina Dina con nostalgia sobre aquello que nunca ocurrió. Sin embargo, ella y Gene están tranquilas por haber cumplido el último deseo de su madre y confían que desde arriba Dora encontró paz. “Ojalá ambas estén juntas en el cielo”, comparten el deseo desde uno y otro lado del océano.

Dora y Eva, madre e hija separadas por los nazis.

 

Fuente: Ynet Español
https://www.ynetespanol.com/tendencias/historias/article/BJrJoVyxO

 



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