¿Jugar con chatarra incentiva la creatividad y la innovación?

En lugar de juguetes, es común ver chatarra en los patios de recreo en los jardines infantiles en Israel. El objetivo: hacer que los niños pongan a prueba sus capacidades, aprendan a cooperar y sean creativos.

El patio de recreo del jardín infantil de Ramat Aviv Paamon, en Tel-Aviv. Foto de Inbal Arieli.
Pic cap: El patio de recreo del jardín infantil de Ramat Aviv Paamon, en Tel-Aviv.
Foto de Inbal Arieli.

En 2016 se crearon unas 1.400 compañías en Israel —un país de unos ocho millones de habitantes—, lo que lo mantiene como líder mundial en el número de compañías nuevas per cápita. Prácticamente casi todo joven israelí se ve a sí mismo como emprendedor. ¿Es por el agua que beben. ¿Hay una vitamina que estimula el espíritu emprendedor?

Diría que la transformación de Israel de lugar polvoriento y olvidado en imperio tecnológico comenzó en la década de los 50 del siglo pasado en el Kibbutz Sde Eliyahu, cuando una joven maestra e inmigrante alemana llamada Malka Haas creó un sistema educativo para su jardín infantil.

Durante esa época el kibbutz, un enclave socialista situado a medio camino entre Tiberíades y Jericó, era pobre en recursos financieros pero rico en ideas. Malka tenía que arreglárselas para hacer funcionar el jardín, el primero del kibbutz, con un presupuesto muy pequeño. Así pues, dio con una solución original: En vez de comprar juegos caros, tomó objetos que usaban los residentes del kibbutz y los usó como juguetes.

Llevó al patio del jardín tractores que ya no se usaban, escaleras, camas, neumáticos, barriles, estufas viejas, sartenes, tazas de té, telas, pinturas, papeles y muchas cosas más. Los objetos no sólo eran parte de la vida del kibbutz, sino eran los que usaban sus vecinos.

Así fue como nació la idea de tener un patio lleno de chatarra y una filosofía educativa: jugar con ella. Incluso hoy se pueden ver en todo Israel patios con chatarra en guarderías, centros de preescolar y jardines infantiles.

Sin embargo, estéticamente no son atractivos.

Chatarra y alta tecnología

Entonces, ¿qué tiene que ver jugar con chatarra con la asombrosa industria de alta tecnología de Israel y las compañías emergentes? Aunque se sorprenda, al parecer mucho.

En un patio con chatarra los niños se encuentran entramados en un mundo de adultos. A la vez que experimentan con libertad y juegan con hornos microondas, estéreos dañados, cortinas y alfombras desechadas, pueden ver cómo funcionan, las causas y efectos de las cosas, y cómo se relacionan los distintos materiales entre sí.

Sin embargo, jugar con chatarra es más que experimentar con materiales. Como explica Malka, “toda la persona es parte del proceso: sus músculos y sentidos, sus emociones e intelecto, su crecimiento personal y la interacción social”.

¿Qué es exactamente lo que los niños israelíes aprenden al jugar con computadoras dañadas, percheros sacados de la basura y otra chatarra? Contribuye al desarrollo de una impresionante serie de habilidades que son necesarias para iniciativas empresariales: gestión de riesgos, independencia, resolución de conflictos y trabajo en equipo, entre otros.

A diferencia de los patios de recreo normales, donde los objetos son fijos o tienen un propósito claramente definido, la interacción con la chatarra capacita a los niños.

Incluso a una edad tan temprana —entre los dos y seis años—, los niños israelíes pueden transformar su entorno. Por ejemplo, toman barriles de metal, ruedas de automóviles y paneles de madera contrachapada y construyen casas y castillos. Construir y hacer cambios en él les amplia los horizontes. Visto en ese contexto, cada niño tiene la oportunidad de convertirse en emprendedor creativo.

Seguridad y confianza

La persona que llega a Israel por primera vez y que ve un patio lleno de chatarra en un jardín infantil se horroriza. Tractores desvencijados, tuberías de cemento, ladrillos… un lugar así parece que se presta para peligros. ¿Es aconsejable dejar que los pequeños se suban en sillas, carguen objetos de madera pesados o jueguen con ollas y sartenes oxidadas? ¡La respuesta, en mi opinión, es un rotundo SÍ!

Aprender a manejar riesgos es otra experiencia enriquecedora para ellos. Como madre de tres niños, puedo asegurar que en vez de crear un entorno estéril en el que nada les pueda pasar, confío en sus capacidades y aliento su independencia.

Tal vez se lastimen mientras juegan, pero eso es parte integral de la vida, la cual acarrea toda clase de riesgos. Como adultos, podemos enfrentarnos a ellos y evitar que nos hagamos daño porque hemos desarrollado habilidades y técnicas para ello. Con práctica los niños aprenden a hacer frente a riesgos, a ser cuidadosos y a entender la diferencia entre lo que es muy peligroso y lo que pueden hacer. Poner la seguridad de nuestros hijos en sus propias manos es la muestra de confianza que necesitan de nosotros, los adultos.

Jugar con chatarra no es una herramienta didáctica. Es un enfoque filosófico para la educación de nuestros hijos que les permite poner a prueba sus habilidades, aprender a cooperar con otros y ser creativos. A los niños israelíes no se les educa para ser emprendedores, pero se les incentiva para que desarrollen habilidades que se encuentran con frecuencia entre los emprendedores de éxito.

Inbal Arieli sirvió en la unidad de inteligencia 8200 de las Fuerzas de Defensa de Israel y después desempeñó puestos ejecutivos en el sector de la alta tecnología. Ejerce como asesora de Start-Up Nation Central y es en la actualidad codirectora ejecutiva de Synthesis. Está reconocida como una de las 100 personas más influyentes en el sector de alta tecnología en Israel y una de las 100 mejores ponentes en el de empresas tecnológicas del mundo.

 

Fuente: Aurora Digital



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