Comentarios del Primer Ministro Netanyahu en la Ceremonia de Apertura conmemorando el 50mo Aniversario de la Reunificación de Jerusalem


Honorable Presidente de Israel, Reuven Rivlin, y su esposa, Nechama,
Ministros,

Miembros de la Knesset,

Alcalde de Jerusalem, Nir Barkat y su esposa,

Embajadores, incluyendo al Embajador de Israel para las Naciones Unidas, Ron Dermer, y el Embajador de Estados Unidos para Israel, David Friedman.

Esta es la primera vez que un embajador de Estados Unidos se ha unido a nosotros en el Día de Jerusalem. Señor Embajador, con un nombre como David -y su segundo nombre es Melech [Rey], por lo tanto David Melech [Rey David], usted es el hombre correcto con el nombre correcto en el momento correcto en el lugar correcto -en la ciudad del Rey David, en Jerusalem.

Distinguidos invitados,

Hace cincuenta años, los judíos regresaron a su patria. Hace cincuenta años, un histórico error fue corregido. Hace cincuenta años, nosotros regresamos al corazón de nuestra capital y nuestra tierra. Hace cincuenta años, nosotros no conquistamos Jerusalem, la liberamos.

A través del heroísmo de nuestros combatientes y con el amor de nuestro pueblo, Jerusalem fue reunificada, y por eso yo le digo al mundo hoy con una voz clara y fuerte: Jerusalem fue y siempre será la capital de Israel. El Monte del Templo y el Muro de los Lamentos permanecerán siempre bajo soberanía israelí.

Mis amigos,

Aquellos de nosotros que fuimos testigos de la reunificación de Jerusalem siempre recordaremos esos momentos conmovedores cincuenta años atrás. En la primera mañana de la batalla, en mi casa no lejos de aquí, me desperté con el sonido de una fuerte explosión. Me apresuré a subir al techo, y desde ahí observé los proyectiles de mortero cayendo a mi alrededor, sobre toda Jerusalem. La mayoría de los proyectiles cayeron en espacio abierto, pero algunos de ellos cayeron sobre casas. Gente resultó muerta y herida. Nasser amenazó con erradicarnos y Jordania y Siria se unieron a él. Nuestras espaldas estaban contra la pared y nosotros nos unimos como uno -soldados y ciudadanos, la línea de frente y la línea del frente interno.

Las Fuerzas de Defensa de Israel -y le digo esto a usted, Señor Jefe de Estado Mayor, y a aquellos responsables por nuestras fuerzas de seguridad -las Fuerzas de Defensa de Israel lucharon con tremendo valor.

En el tercer día de la guerra, las noticias se esparcieron como un reguero de pólvora: el Monte del Templo y el Muro de los Lamentos estaban bajo nuestro control. Un fuerte rugido resonó de un refugio antibombas a otro. La elevación espiritual era inmensa, no solamente en Israel sino en todo el mundo judío. Como un dique rompiéndose, nuestros sentimientos se desataron y nos llevaron de regreso a los días del Rey Salomón, Isaías y Jeremías, a los Macabeos y a Bar Kochba, a Maimónides y a los estudiantes del Gaon de Vilna, todo quienes también plantaron sus huellas en Jerusalem. Nuestros paracaidistas, con lágrimas en sus ojos, tocaron las piedras del liberado Muro de los Lamentos.

Miles de israelíes siguieron sus pasos, un tremendo río de gente, yo entre ellos. Nosotros fluimos juntos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, religiosos y seculares. Primero pasamos a través de una abertura cerca del Ayuntamiento, después entre la muralla de la Ciudad Vieja y finalmente en las callejuelas llevando al Muro de los Lamentos. Recuerdo claramente tocar las enormes piedras con admiración y asombro. Sentí que las piedras del Muro de los Lamentos estaban imbuidas con el alma de la nación. Debo decirles que yo tuve la misma reacción exacta en la Tumba de Raquel, en la Tumba de los Patriarcas, en todos los lugares donde la identidad del pueblo de Israel fue forjada.

Nosotros regresamos a nuestros orígenes, regresamos a Jerusalem, sobre la cual tenemos el derecho primordial. En Jerusalem, cada vez que cavamos en el suelo, los restos de nuestro antiguo pasado son descubiertos. Nosotros lloramos un mar de lágrimas por Jerusalem a través de las generaciones, junto a los ríos de Babilonia y en Toledo, Casablanca y el Ghetto de Varsovia.

Nuestra constante promesa “El próximo año en Jerusalem” no tiene paralelo en la historia. A pesar de nuestra fuerte y única conexión con Jerusalem, la cual es tan brillante como el sol al mediodía, alguna gente todavía elige negar nuestro claro apego a ella. Ellos arrogantemente nos retratan como extranjeros en nuestra propia tierra, en nuestra capital.

No, amigos míos. No es nuestra devoción por Jerusalem la que requiere explicación, sino más bien los intentos vergonzosos de borrar nuestra conexión con Jerusalem y nuestra soberanía en Jerusalem. Dónde estaba la UNESCO, y los de su ralea cuando, por 19 años, nos fue negado el libre acceso a los lugares sagrados judíos? Por qué su voz no es escuchada cuando cada rastro de la existencia judía es destruido en Jerusalem del Este? Y sin embargo, incluso cuando nos enfrentamos con esta exhibición de hipocresía, la cual está alcanzando lamentablemente nuevas alturas increíbles, nosotros continuaremos insistiendo en la verdad con toda nuestra fuerza: desde tiempos antiguos, Jerusalem ha sido siempre solamente la capital nacional del pueblo de Israel, y no de ningún otro pueblo.

Nosotros no necesitamos excusar nuestra presencia en Jerusalem. No necesitamos disculparnos por ello. Estamos en Jerusalem por derecho, por el más alto derecho, y este derecho es solamente fortalecido por ser nosotros el único país verdaderamente democrático en Medio Oriente.

En Medio Oriente, las minorías son perseguidas y asesinadas. Las casas de oración son destruidas -iglesias, sinagogas, mezquitas. Los sitios sagrados son arrasados hasta sus cimientos y tesoros raros de patrimonio son borrados de la tierra. En contraste, miramos lo que está sucediendo en Jerusalem bajo la soberanía israelí. Nosotros protegemos rigurosamente los lugares santos y salvaguardamos la libertad de culto para todos. Continuaremos asegurándonos que la vida sea conducida en Jerusalem en respeto y tolerancia mutuos. Y, damas y caballeros, continuaremos construyendo en nuestra capital, Jerusalem.

Desde Sión vendrá la Torah, y desde Sión viene el software: tradición e innovación, las raíces del pasado y las alturas del futuro.

Esta es Jerusalem, inundada de luz, irradiando esperanza de innovación y progreso para todos sus residentes, y nosotros trabajaremos para asegurar que eso suceda.

Cincuenta años han transcurrido desde la gran victoria que hizo un hazmerreír de aquellos que nos menospreciaban. Dos mil quinientos años atrás, Sanbalat, el horonita, un enemigo de Judea durante el período del Regreso a Sión, preguntó burlonamente, “Pueden ellos restaurar las piedras de los montículos de tierra, cuando ellos han sido carbonizados?” A través de las generaciones y en nuestra generación, hemos contestado esa pregunta decisivamente: Sí, nosotros restauraremos las piedras! Nosotros construimos un templo de la tierra y la ceniza. Nehemías construyó murallas con estas piedras quemadas. Nosotros solíamos añorar y anhelar lograr la resurrección de Sión. Incluso en nuestros momentos más difíciles, nos prometimos a nosotros mismos que regresaríamos a casa, y aquí estamos de pie en gratificación y gloria, en Jerusalem -nuestro orgullo y alegría, la majestad de nuestro pueblo, nuestra capital eterna y unida para siempre y por siempre.
Feliz fiesta, Jerusalem!

 

Fuente: Oficina del Primer Ministro
Traducción: Consulado General H. de Guayaquil



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