04 Abr Cómo defiendo a Israel en la frontera siria
Crecí en Bnei Yehuda, una ciudad en los Altos del Golán, rodeada de naturaleza y vistas impresionantes. Antes de ser reclutada en el ejército, a menudo me preguntaba cuál sería mi papel, cómo serían mis dos años en uniforme. Nunca hubiera podido predecir que serviría en la región como una soldado, y no cualquier soldado. Hoy soy paramédica en la 474 Brigada Regional del Golán, que protege a Israel en la frontera siria.
Entre imaginar mis años en uniforme y servir en la frontera siria, pasé tres meses en el curso de paramédicos de las FDI. Trabajé duro para ganar mi lugar en una unidad cuyo único propósito es proteger y preservar la salud y vida humanas. Aprendí sobre el cuidado básico que los soldados deben recibir para mantener su salud y fuerza. Sin embargo, el enfoque principal del curso fue salvar vidas humanas. Al final del curso, estaba certificada para tratar a los heridos y actuar en tiempos de emergencia; me asignaron para servir en la Brigada Regional del Golán.
Parte de nuestro trabajo como paramédicos en la frontera con Siria es proporcionar ayuda humanitaria, incluyendo el tratamiento de los heridos que a menudo llegan donde nosotros, desde la frontera, en estado crítico. La atroz guerra civil siria ha durado más de cinco años, y hemos visto las imágenes de los medios de comunicación y leído las noticias de niños y mujeres inocentes absorbidos por el conflicto. Pero, aunque crecí a pocos kilómetros de la frontera siria, no tuve contacto directo y personal con esta tragedia.
La primera vez que tuve que aplicar todas las habilidades que aprendí en el curso de paramédicos, fue cuando me encontré cara a cara con un niño sirio de 10 años que había sido herido en una explosión.
Nos recibió con los ojos llenos de miedo y sorpresa, físicamente herido, confundido por el caos que le rodeaba, extraño al lugar y lenguaje que estaba escuchando. El equipo médico, incluyéndome a mí misma, le dio la intervención inicial que necesitaba y extendió la mano para consolarlo. Al final del tratamiento, levantó la vista y compartió una débil sonrisa, pero sonrisa al fin.
Esta fue mi primera vez trabajando como paramédica en un caso urgente. También fue la primera vez que sentí el profundo orgullo de servir en mi rol, un papel cuyo propósito es ayudar y sanar a otro, sin juicio ni prejuicio.
Este niño me hizo sentir lo importante que es mi papel. Después de cada tratamiento como este, me retiro sintiéndome satisfecha. Después de cada tratamiento como este, me retiro sintiéndome orgullosa.
Fuente: The Times of Israel
Traducción: Consulado General H. de Israel en Guayaquil