27 Mar Grupos israelíes abren escuela para refugiados sirios en Grecia
(Photo: Hashomer Hatzair and Ajyal)
La iniciativa israelí de ‘Hashomer Hatzair’ y ‘Ajyal’
Un grupo humanitario israelí trabaja en una iniciativa para construir una escuela para los hijos de los refugiados sirios viviendo en un campo de refugiados en la isla griega de Lesbos.
Para un forastero, los israelíes que desembarcaron de un vuelo a principios de marzo desde el Aeropuerto Ben Gurion a Atenas eran turistas regulares. La mayoría de ellos lo eran, pero cinco estaban en una misión confidencial: Construir una escuela para los hijos de los refugiados sirios viviendo en un campo de refugiados en la isla griega de Lesbos.
La ayuda humanitaria de Israel para las víctimas de la Guerra Civil Siria ha sido bien documentada. Docenas de combatientes y civiles sirios han sido tratados en el Centro Médico Ziv en Safed, y una avalancha de organizaciones de ayuda israelíes han llevado a cabo campañas para recaudar fondos para asegurar que los refugiados tengan suficiente comida, ropa, suministros médicos y más.
Esta vez, sin embargo, la misión del grupo era mucho más audaz, una iniciativa sin precedentes destinada a abrir un centro pedagógico para los niños refugiados alejados por tanto tiempo del marco educativo. Aún más, la singularidad del proyecto también brilló a través de la cooperación mutua de sus iniciadores.
La escuela, una iniciativa de Hashomer Hatzair, un movimiento juvenil sionista-socialista fundado hace más de ocho décadas para encabezar el establecimiento de los kibbutzim y otros esfuerzos pioneros en la Palestina antes del estado, fue la creación de Noah Leibel, el coordinador del movimiento para las actividades educativas en los pueblos en desarrollo, vecindarios pobres, poblados árabes y otras áreas desfavorecidas.
“Mientras miraba la cobertura de los medios de comunicación de la guerra civil, empecé a pensar qué podía hacer y o para suministrar ayuda significativa a las víctimas”, dijo a TPS Leibel, de 32 años. “Entonces me golpeó: Lo que esos niños necesitaban más que cualquier otra cosa era un marco educativo, así ellos podrían al menos continuar con su educación, y no terminar como una generación perdida”.
Para discutir la idea de la creación de una escuela, Leibel se aproximó a Hagai Mayork, director de la división de graduados de Hashomer Hatzair. Juntos, ellos contactaron a Renin Kahil, coordinador de proyectos internacionales para Ajyal, el afiliado árabe de Hashomer Hatzair. “Ellos son nuestros socios naturales para una empresa así”, dijo Leibel.
Kahil estuvo de acuerdo inmediatamente en trabajar juntos. “Nosotros no tuvimos ninguna duda en lo absoluto, nos dimos cuenta enseguida que este es un proyecto que vale la pena hacer, e inmediatamente estuvimos de acuerdo en cooperar completamente”, dijo Kahil a TPS.
Los movimientos hermanos establecieron una fuerza de trabajo conjunta para empezar a planificar el proyecto. Ellos contactaron a Natan, una gran ONG israelí con experiencia logística y una red de contactos internacionales.
“Natan nos conectó con una importante organización humanitaria suiza que ya ha estado operan- do intensamente por años en los campos de refugiados en Grecia y establecido exitosamente un centro comunitario en Tesalónica. La asociación estaba bien versada en cómo navegar las burocracias relevantes y las agencias regulatorias”, dijo Noah Leibel.
En unos pocos meses, el sueño empezó a convertirse en realidad. Docenas de educadores, trabajadores sociales, y consejeros donaron tiempo, energía y conocimiento mientras que los estudiantes de Hashomer Hatzair se embarcaron en una ambiciosa campaña de recaudación de fondos, recaudando más 240,000 shekels en un tiempo relativamente corto. “Esto era suficiente para permitirnos avanzar”, dijo Leibel.
El hermano de Noah, Yair de 28 años, también se unió al proyecto, tomando la responsabilidad por las operaciones de campo. “Nosotros tuvimos docenas de ofertas de gente de todas las esfe- ras de la vida israelí, gente que estaba dispuesta a ayudar a convertir nuestro sueño en realidad”, dijo él.
Los coordinadores del proyecto israelí dicen que entienden que ellos pueden tener que pisar con cuidado entre la población refugiada para así no despertar ningún antagonismo, pero también añadieron que ellos todavía no han encontrado un problema importante. Dijeron que ellos no esconden el hecho de que son israelíes, pero tampoco hacen ostentación de ello innecesaria- mente.
“Nosotros (nos comportamos) con sensibilidad, tacto y sentido común. Hasta ahora, ha fun- cionado”, dijo Yair Leibel a TPS.
Para asegurar la óptima rentabilidad, los programas de la escuela se ajustan a las directrices del Alto Comisionado para Refugiados de la ONU. El programa básico incluye inglés, matemáticas, historia, y actividades no académicas tales como arte y deportes.
Los planes requieren que la escuela tenga cabida para aproximadamente 500 estudiantes. Aun- que casi todos los refugiados son musulmanes sunitas, el cuerpo estudiantil es diverso, en térmi- nos de edad, niveles previos de escolaridad y niveles de observancia religiosa. Algunos refugia- dos, especialmente aquellos procedentes de ciudades y poblados relativamente pequeños, tien- den a ser muy conservadores y tradicionales, mientras que otros, especialmente aquellos que vivían en grandes ciudades, son más seculares.
“Hemos estado aquí por dos meses, y a medida en que nos convertimos en parte del paisaje local, el hecho de que nosotros somos de Israel se vuelve cada vez menos un problema”, dijo Yusuf Kabha, el director (y residente del pueblo norteño israelí árabe de Ein as-Sahla) de 43 años, a TPS por teléfono.
Las dos organizaciones esperan poder enviar más grupos de voluntarios en el futuro. Cada grupo estaría compuesto de 6 participantes, todos los cuales hablan hebreo e inglés o árabe.
Adicionalmente, ellos también tienen como objetivo traer un grupo de trabajadores sociales profesionales que pueden ayudar a los niños y a sus familias a lidiar con el trauma que ellos han experimentado, y mantener su salud y bienestar emocional y mental.
“Yo creo en la gente y en su capacidad para el bien”, dijo Leibel. “La fantástica respuesta que hemos tenido, y el número de gente dispuesta a donar voluntariamente su tiempo, capacidades y conocimiento para este proyecto ha sido abrumadora. Esto prueba que los judíos y los árabes pueden trabajar juntos, pueden lograr grandes cosas, en este caso ayudar materialmente a los refugiados sirios quien han tenido la mala suerte de ser las víctimas de una guerra civil cruel y despiadada”.
Fuente: Ynetnews
Traducción: Consulado General H. de Guayaquil