16 Feb Reseña del Festival: Festival de Jazz del Mar Rojo
Un vistazo a la edición de invierno de 2017 del Festival de Jazz del Mar Rojo.
El saxofonista israelí Oded Tzur, que vive en Nueva York.
(Crédito de la foto: Stefan Heigl)
FESTIVAL DE JAZZ DEL MAR ROJO
Eilat
¿Qué podría ser mejor que dirigirse a Eilat en el invierno para absorber algunos rayos de sol, darse un chapuzón en el Mar Rojo y escuchar jazz de calidad, y otras vibras mientras estás ahí? La edición de invierno de 2017 del Festival de Jazz del Mar Rojo proporcionó una oportunidad para hacer todo lo anterior, y mucho más.
El director artístico Dubi Lenz se basó en su habitual oferta ecléctica de espectáculos, que van desde nichos orientados al pop, que atrajeron a grandes multitudes, hasta material jazzístico muy entretenido que, felizmente, también fueron muy concurridos.
En términos de entretenimiento mezclado con edificación, Oran Etkin se dejó atrapar. El músico estadounidense nacido en Israel hace treinta y tantos años, presentó sus interpretaciones de temas que se hicieron famosos por el clarinetista del King of Swing y líder de la banda, Benny Goodman, en su mayoría en la década de 1930.
El repertorio de conciertos se basó en What’s New (¿Qué hay de Nuevo?) Re imaginando el pro-yecto Benny Goodman de Etkin, que recientemente generó un nuevo CD. Etkin está bendecido con excelentes habilidades interpersonales, tanto con sus vientos – tocó clarinete bajo y clarinete– como con sus simples palabras, pues él nos iluminó con historias fascinantes sobre los primeros días del jazz.
Etkin y sus compañeros – el pianista Adam Birnbaum, el efervescente baterista Matt Wilson y el veterano vibrafonista Steve Nelson – ofrecieron el material personal y contemporáneo de Etkin sobre el material de Goodman, que fue cubierto por todos en el auditorio en ambos conciertos de la banda.
El trompetista italiano Luca Aquino entregó el material más expansivo durante los tres días, cuan- do dirigió su trío, el pianista Sade Mangiaracina y el dinámico acordeonista Carmine Ioanna que se presenta sin zapatos, en un programa de material de sonidos que probó numerosos géneros y texturas. Aquino coloreó el sonido de su trompeta lírica y fliscorno con acompañamientos de di-vertidos y asombrosos silbidos, y su espectáculo nos dejó con curiosidad por sus otras aventuras.
El bajista Gilad Ephrat ha participado en unos cuantos proyectos de jazz a lo largo de los años, pero esta vez en su intrigante show sin percusión contó con cuatro músicos de cuerda, que tocaron de la mejor manera. El programa serpenteaba por zonas populares, música clásica, pop y el extraño final étnicamente inclinado. El concierto fue un asunto de allegados, con una perfecta presentación instrumental complementada por algunas voces que agradaron a la gente por el carismático violinista Keren Tannenbaum.
La parte más importante del festival llegó el último día, con el esperado concierto del saxofonista israelí Oded Tzur, residente en Nueva York, que dirigió un cuarteto de compañeros expatriados que viven en Nueva York, el pianista Nitai Hershkowitz y el irreprimible baterista Ziv Ravitz, y el bajista griego Petros Klampanis. El jazz de Tzur filtra a través de los sonidos y sentimientos de la música india, y eso se sintió en el espectáculo, no en un sentido musical per se, sino más en términos del enfoque del ritmo y texturas. Había una sensación de espacio y paciencia, y espe- rando el momento adecuado para tocar la siguiente nota, y una voluntad de dejar que las cosas se detuvieran durante un tiempo si surgiera la necesidad. Y sencillamente nunca he escuchado un saxofón tocado tan etéreamente y con tal delicadeza como en algunas de las frases de Tzur. Pero había mucho sobre los pasajes viscerales ya que todos los músicos se reunieron y avan- zaron juntos de manera definitiva y a prueba de agua.
El espectáculo de Tzur nos dejó a todos con ganas de más, mucho más.
Fuente: The Jerusalem Post
Traducción: Consulado General H. de Israel en Guayaquil
