Acaba de admitir la ONU que Israel es uno de los lugares más felices en la Tierra

Acaba de admitir la ONU que Israel es uno de los lugares más felices en la Tierra?

En caso que no lo sepas, el domingo fue el Día Internacional de la Felicidad.

Como de costumbre, se acompaña de un estudio de la ONU sobre el estado de felicidad internacional, incluida la clasificación de los países de mayor a menor.

El top ten de este año son más o menos los que se pueden esperar: Dinamarca, Suiza, Islandia, Noruega, Finlandia, Canadá, Holanda, Nueva Zelanda, Australia y Suecia. Todas son pacíficas, prósperas democracias, establecidas desde hace tiempo, con poblaciones homogéneas, ubicadas en las regiones más calmadas del primer mundo.

Y luego, en el número 11, está a Israel.
¿Israel? ¿Una democracia odiada en el barrio más violento del mundo? ¿Una sociedad donde los niños y niñas son reclutados en el ejército a los dieciocho años y los hombres están en la reserva militar hasta más de los cuarenta años? ¿Dónde los impuestos son más altos y los salarios mucho más bajos que en los países de rango inferior en la escala de la felicidad? ¿Una nación con una historia tan sombría que tiene tres días de duelo nacional por separado?

Sí, ese mismo.

Cuando se publicó el informe de felicidad de la ONU, sorprendió a la intelectualidad post sionista de Israel, para los cuales la doctrina es que Israel es un lugar miserable que empeora día a día.

Pero el esfuerzo de élite para desacreditar la investigación de la ONU se topó con una serie de otros informes del día de felicidad.

El más difícil de refutar era el de la Organización para la Coordinación y el Desarrollo Económico (OCDE), un club de los países más avanzados del mundo. Su encuesta 2015 examinó la «satisfacción general con la vida», en sus Estados miembros, en una escala de diez. El promedio de la OCDE fue de 6,6. Los daneses y los suizos terminaron empatados en 7,5. Israel terminó en un triple empate por el segundo lugar con Noruega y Finlandia.

Corroboración adicional, de ser necesaria, llegó la semana pasada. La Oficina Oficial Nacional de Estadísticas de Israel informó que en el año 2013, el 86% de los israelíes sobre la edad de diecinueve años, dijo que estaban «muy satisfechos con sus vidas», – el mismo porcentaje que los muy felices australianos.

Estas estadísticas son interesantes porque muestran un panorama de la vida en Israel, que es muy diferente a la representación habitual en los medios internacionales. Pero son cruciales para la comprensión de una verdad esencial sobre el conflicto entre Israel y los palestinos.

En 2006, el editorialista del New York Times Thomas Friedman publicó una lista de reglas para poder informar del Oriente Medio.  Eran, en general, panaceas sensatas sobre la región que cubre (y todavía cubre) con distinción. Pero las estadísticas del Día de la Felicidad me hicieron volver revisarlas, sobre todo la Regla 12: «Los israelíes siempre van a ganar, y los palestinos siempre se asegurarán de que nunca lo disfruten.»

Este es un buen aforismo. Representa el pensamiento convencional de la inteligencia israelí y periodistas y políticos progresistas (casi las únicas personas que los corresponsales extranjeros conocen). También refleja correctamente la fantasía palestina, que, por desgracia, es la base de la política palestina.

Durante la mayor parte del siglo pasado, los árabes de Palestina han creído que el estado Judío era una entidad artificial, una creación de los europeos que, de ser lo suficientemente presionados, volverían a donde pertenecían.

Eso condujo a una larga campaña de terrorismo, guerra de propaganda, esfuerzos de demonización internacional, resolución antiisraelí de la ONU, ataques con cohetes, falsas ofertas de paz, amenazas sobre la potencia demográfica de «la matriz palestina» (una de las favoritas de Yasser Arafat), postura moral sobre los males de la ocupación y luego más terror.

La iteración actual cuenta con una campaña de ataques con cuchillos casi a diario a ciudadanos israelíes por adolescentes palestinos y un esfuerzo mundial para hacer de Israel en un estado excluido.

Lo que los palestinos no entienden es que esto no va a funcionar. De hecho, es una pérdida de tiempo contraproducente.

Año tras año, Israel se hace más grande, más fuerte, más rico, más avanzados tecnológicamente y mejor aceptado por los países que cuentan (incluyendo los regímenes sunitas regionales en Egipto, Jordania y Arabia Saudita que alguna vez fueron patronos de la «resistencia» palestina).

Y los israelíes se hacen más felices.

Cualquiera que haya estado en Israel en los últimos quince años, lo sabe. Israel es un país con una escena cultural hebrea vibrante, increíbles restaurantes y vida nocturna, abundante turismo (que es un destino para los peregrinos evangélicos y visitantes LGBT), universidades de clase mundial, tribunales honestos, conexión a Internet omnipresente, reservas de petróleo recientemente descubiertas, recursos hídricos abundantes (gracias a las técnicas de desalación israelíes), un sector de alta tecnología en pleno auge, bajo desempleo, inmigración constante, aumento de un alto índice de natalidad judía, elecciones sin sangre y simple vida cotidiana.

Los palestinos necesitan asumir esto. También lo deben hacer los americanos responsables de la política y cualquier otro que esté apostando a que la vida llegue a ser tan insoportable que Israel se dé por vencido. Con el perdón de Tom Friedman, aquí está la regla número 1: Israel es muy bueno en convertir los amargos limones palestinos en limonada dulce y agradable.

Fuente: Fox News
Traducción: Consulado General H. de Israel en Guayaquil



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