19 Dic Ingeniería genética y su uso en la agricultura: sin miedo y menos fanatismo
Foto ilustrativa: Pixabay
¿Acaso la naranja que comemos hoy día es como aquella que comieron nuestros antepasados hace miles de años? ¡Qué es una nectarina sino un durazno que ha mutado!
¿Sabía usted que la humanidad lleva milenios seleccionando el material genético de plantas y animales a través de sistemas tradicionales de selección?
El presente artículo intentará dar algunas respuestas al agitado y apasionado debate existente entre aquellos que se oponen drásticamente al uso de la ingeniería genética en la agricultura y aquellos que creen que no es correcto asegurar que todo alimento producido por técnicas de ingeniería genética es algo malo o nocivo.
Me es importante aclarar que soy consciente que el tema puede despertar cuestiones éticas, que decidí no abordar en el presente artículo y dejar el debate para otra oportunidad.
Y lo último que queda por aclarar es que por una cuestión técnica el artículo está enfocado a la parte vegetal de la agricultura y no a la producción animal que espero abordar en próximas entregas.
¿Debemos tener miedo a la ingeniería genética aplicada a la agricultura?
¡La respuesta es NO! Básicamente se puede afirmar que el objetivo general de la ingeniería genética en agricultura, fue, es y creo que será facilitar el manejo y la reducción de costos de producción. Al tener cultivos más resistentes, se dejan de lado los impedimentos del clima, conservación y traslado. Todo esto baja la comprensión que el manejo de dichas variedades transgénicas es correcto y acorde a las recomendaciones. De esta forma se reducen las pérdidas monetarias dentro del sector agrícola. Es claro, que la actividad agrícola es dinámica y lo que fue cierto hace algunas décadas no necesariamente es correcto o cierto hoy día.
Si preguntamos qué es la ingeniería genética en cultivos, la mayoría del público hablará de cultivos genéticamente modificados, pero si repreguntamos cuál es el significado de esta afirmación, probablemente la gente tendría dificultades de explicarlo.
Seguramente muchos consumidores están familiarizados con el termino OGM u OMG. El significado es un organismo genéticamente modificado u organismo modificado genéticamente. También se habla de organismos transgénicos cuyo significado es la transferencia de genes de una especie a otra por intermedio de ingeniería genética.
Propongo hacer orden en nuestros pensamientos… existen tres focos principales en relación a la modificación genética de un cultivo
Transferir genes por intermedio de organismos lejanos como lo son bacterias o plantas.
Transferencia de genes entre organismos del mismo tipo como puede ser dos diferentes cereales o tipos de plantas, etc.
Cambiar propiedades de plantas por ejemplo por intermedio de la modificación de genes que puedan conducir a un cambio en la forma de expresión de una propiedad determinada.
¿Por qué es necesaria la Ingeniería genética aplicada a la agricultura?
La ingeniería genética nos permite a los humanos, dar a las plantas y animales, nuevas y diferentes características y, por lo tanto, cambiar la agricultura.
A principios de los años 70 fueron creados los primeros organismos genéticamente modificados. Estos organismos fueron bacterias modificadas por intermedio de la implantación de ADN de otro organismo. Este logro abrió la oportunidad de crear y/o modificar especies vegetales o animales y al mismo tiempo potenciar algunas de las características favorables de dichas especies transformándolas en más eficientes desde el punto de vista agronómico. Pensemos en las diferentes propiedades y características de un vegetal, como un código. En este código se encuentra el material genético. Modificar el material genético es modificar el código y así la modificación puede mejorar la calidad o la resistencia por ejemplo a sequias, enfermedades etc.
En realidad, los sistemas de mejoramiento genético existen hace ya cientos de años. Los sistemas de mejoramiento genético tradicionales son procesos de cruzamiento programado entre variedades de plantas o razas de animales por intermedio de los cuales se transmite material genético de un ser a otro, especie a otra especie y el resultado de dichos cruzamientos a lo largo de las generaciones permite seleccionar a aquellas variedades que acorde al programa de mejoramiento alcanzaron las propiedades buscadas (cambio del código).
La metodología tradicional es diferente a la ingeniería genética o la biotecnología de nuestros días. Esta tecnología nos permite aislar y transmitir material genético el cual es responsable de determinadas cualidades. Este trabajo se realiza en laboratorios a diferencia del anterior que generalmente es “a campo”. Paralelamente, se evita lo que ocurre en los sistemas de mejoramiento clásicos en los cuales, paralelo a lo buscado en el programa de mejoramiento, se transmiten también otras características que muchas veces no son deseables. Otra ventaja es el tiempo hasta alcanzar resultados que en sistemas tradicionales es relativamente largo en comparación a la ingeniería genética.
En 1994, se usó la primera planta comercial que era una variedad de tomates llamada «Flavor Saver». Los tomates de esta variedad se ablandan en una etapa posterior en comparación con los tomates “sin ingeniería”, por lo que su vida útil es más larga, y esto, sin comprometer sus propiedades y valor nutricional. Este tomate no fue recibido por los consumidores, pero los productos de pasta de tomate hechos con él se vendieron con éxito.
Actualmente, ocho países industrializados y 19 en desarrollo están cultivando cultivos genéticamente modificados en especies como la soja, maíz, algodón y colza (a partir de las cuales se produce aceite). Los principales países en los cuales se cultivan los mencionados son los Estados Unidos (aproximadamente el 50% del maíz y la soya están genéticamente modificados, son resistentes a los pesticidas o plagas), Brasil, Argentina, India, Canadá y China. Actualmente, más del 80% de la soja del mundo son variedades genéticamente modificadas, además del 30% de los cultivos de maíz y aproximadamente el 20% de los cultivos de colza.
Sin lugar a dudas el uso de la ingeniería genética en la agricultura posee riesgos, parte de ellos inherentes al proceso de modificación del “código” de la unidad como pueden ser el desarrollo de una nueva relación entre la unidad modificada y el medio ambiente.
Independientemente, la ingeniería genética aplicada en la agricultura puede poseer efectos negativos como por ejemplo daños sobre la salud como es el caso de desarrollo de alergias debido a la ingestión de proteínas alergénicas que pueden ser producto de la transferencia genética de un producto alérgeno al producto de consumo. Otras posibilidades pueden ser la resistencia a diferentes antibióticos como resultado de manipulaciones genéticas.
En referencia a posibles riesgos relacionados directamente con el manejo de los cultivos, se puede señalar el desarrollo de resistencia de insectos a plaguicidas específicos o la eliminación de insectos u otros organismos benéficos para la agricultura usados en la llamada lucha biológica. Esta metodología es ampliamente usada en la lucha integral contra plagas y representa una alternativa de alta sustentabilidad ambiental. En este caso los plaguicidas/agroquímicos desarrollados específicamente para las variedades mejoradas pueden eliminar a insectos benéficos para el ecosistema.
Otro de las actividades que pueden poseer efectos adversos cuando cultivamos cultivos transgénicos es el uso de herbicidas específicos para la eliminación de malezas en dichos cultivos. En este caso los cultivos transgénicos son resistentes a herbicidas específicos que permiten combatir contra las malezas, el problema se presenta cuando esos herbicidas son usados sin un verdadero control y a lo largo del tiempo pueden presentarse fenómenos de resistencia a su efecto en malezas.
La pérdida de la biodiversidad también está presente ante el uso de ciertas variedades transgénicas por el efecto de genes de origen viral que pueden transmitirse de un transgénico a plantas que conviven en el ecosistema.
Por otra parte, se deberán tener en cuenta los beneficios de la ingeniería genética aplicada a la agricultura. Un ejemplo interesante es el comentario realizado por el Profesor David Zilberman de la Universidad Berkeley, California EEUU. Zilberman comentó que aproximadamente medio millón de personas pierden la vista por falta de vitamina A. Paralelamente, por intermedio de la ingeniería genética se consiguieron desarrollar variedades de arroz con alto contenido de pro-vitamina A. Es el caso del Arroz Dorado, que es una variedad de arroz producida a través de ingeniería genética, biosintetizando los precursores de beta-caroteno (pro-vitamina A) en las partes comestibles del grano de arroz.
Si las personas que fueron afectadas de ceguera hubieran consumido esa variedad de arroz, probablemente hubiéramos reducido la incidencia de ceguera. Esto sobre todo teniendo en cuenta que existe toda una corriente de personas que se opusieron y se oponen al uso de esas variedades bajo el argumento (entre otros) que producen tumores cancerosos en la piel. Este argumento no fue demostrado científicamente (¡Fake News!) Afortunadamente luego de una petición firmada por más de 100 premios Nobel en el año 2017-2018 se autorizó el uso de la variedad en diferentes países.
Desafortunadamente, la resistencia y oposición al uso de ingeniería genética en agricultura es en muchos casos resultado de fanatismo irracional y no de ideología racional. Hoy, el uso de este tipo de alimentos es una constante discusión en la que están envueltas muchos grupos que incluyen activistas ambientales, científicos y organismos comerciales.
Frente esta realidad encontramos a un consumidor, confuso que no puede diferenciar que es lo correcto. La tendencia es inundarlo con información que en la mayoría de los casos representa una información que no posee ninguna sustentación científica y genera una verdadera confusión.
Quizás, la pregunta más interesante que deberíamos entender y responder es cuál es la causa que la ingeniería genética aplicada a la agricultura genera tanto antagonismo
La Dra. Tali Shapira del Instituto Weizmann, de Rejovot, Israel, sugiere buscar respuestas basadas en estudios realizados por un equipo de filósofos y científicos belgas. Estos científicos intentaron entender porque se generaba el antagonismo a pesar de la contribución positiva de las variedades de cultivos desarrolladas por intermedio de ingeniería genética en el proceso de proporcionar alimentos a la creciente población mundial.
Las causas pueden ser divididas en dos grupos de reacciones. La primera habla de la tendencia del ser humano a absorber afirmaciones negativas y emocionales, sobre todo si están expuestas por organizaciones que pretenden cuidar el ambiente, proteger a los animales etc. Y es así que se piensa que la ingeniería genética produce alimentos que generan enfermedades, contaminan etc. Todo esto no siempre real y se ha demostrado científicamente. Se alimenta la desinformación aprovechando que los temas tratados son complicados de explicar.
El otro grupo de respuestas se basa en la sensación de parte de la población que ve a aquellos que se dedican a la transformación de plantas por intermedio de manipulaciones genéticas como personas que intentan cambiar a la creación natural sin permiso o en otras palabras “juegan a ser Dios”.
Sin duda alguna los alimentos producidos por variedades genéticamente modificadas generan controversia hasta el hecho que muchos de ellos prefieren pagar costos más elevados por productos que garanticen estar libre de transgénicos sin ser estos verdaderamente más sanos o de mayor valor nutricional.
Parte de la solución a este antagonismo y hasta muchas veces mito, radica en transmitir información correcta y accesible al público en general.
La idea básica es permitirle al consumidor el acceso a toda la información relevante, asegurándole que la misma ha sido revisada y probada por intermedio de pruebas que aseguren la veracidad de los argumentos.
Personalmente creo que no es correcto asegurar que todo alimento producido por técnicas de ingeniería genética es en forma inherente algo malo o nocivo. Pero, esta afirmación nos obliga a revisar en forma estricta cada uno de estos alimentos para asegurar el cumplimiento de las políticas y prácticas que brinden seguridad en el consumo y comercio de alimentos modificados.
Fuente: Aurora Digital